[RELATO]
Poco a poco la primavera iba abriéndose paso ante sus ojos.
Podía observar como la floración y el desarrollo foliar se iban instaurando en las diferentes etapas de las especies del mundo vegetal. Diferentes estadios que la vista, con ayuda de sus prismáticos, le alcanzaba a ver.
Aquel año tardaría en despedirse el invierno más de lo habitual. Los rayos del sol y esos cielos rasos —que al mediodía calentaban tanto que su cuerpo le pedía quitarse la ropa— dejaban una estampa heladora, cuando llegaba la noche y el astro rey parecía encaminarse sin pausa tras la colina.
Paciencia se repetía, Eneko.
Paciencia, que en menos de que el azor diera caza a su presa, estaría sufriendo sobre su cuerpo las altas e infernales temperaturas. Porque aunque parecía que la primavera había llegado para quedarse, la realidad era que en aquel pueblo inhóspito solo duraría un suspiro.
Llegaría el abrasador verano sin previo aviso y cuando lo hiciera ya no habría vuelta atrás.