Los libros que creamos y los escritos que plasmamos siempre tienen algo de autobiográfico. No por el hecho de que lo que aparezca en ellos sea cierto al pie de la letra, sino porque cada creación tiene la esencia del que la expresa.
Para tomárselo como verdad o como real en la vida del autor, habría que dejar constancia de alguna manera, de que se trata de una biografía o realizar algún tipo de alusión a que lo contado es propio, como por ejemplo, sucede con mi libro «Una Nueva Conciencia Sobre La Dieta» (actualmente descatalogado*). Un libro basado en mi experiencia en el que también hablo de mi historia personal.
Sin esa especificación, no tendría mucho sentido sentirse —valga la redundancia— aludido, por mucho que podamos llegar a intuir quiénes son los personajes, reconocer tiempos, lugares y vivencias.
Igual que tú asocias e interpretarás a tu manera, el que escribe es libre en su creación e interpretación.
Así que eso de: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia tiene para mí mucho sentido por dos razones:
1.- El autor crea a su antojo, y el hecho de que algunas piezas del puzle le coincidan al lector, no quiere decir que coincidan todas.
2.- La interpretación del lector está unida a sus creencias, vivencias, educación y vida. No tienen porque estar en consonancia con las del autor. Incluso pueden tornarse antagónicas a través del mismo texto.
Las vivencias y las experiencias de la vida están basadas en memorias, sentimientos y emociones que están dotadas de una realidad distinta para cada SER.
Que un autor escriba en primera persona, tampoco quiere decir que todo lo expresado le haya sucedido. No todo lo que cuenta, explica, relata o describe lo ha vivido en primera persona.
Esa primera persona es referida al personaje, no al autor.
Sé que esta aclaración puede resultar bastante chorra obvia, pero a veces tiende a confundirse.
Los autores tenemos mucha inventiva, y aunque en ocasiones podamos inspirarnos en situaciones y experiencias propias, le añadimos luego ese componente mágico que es la imaginación.
Qué sí, qué sí, qué habrá esencia de nuestro SER en las letras que juntamos, pero nunca sabrás en qué proporción, ni en dónde anda escondida por mucho que creas conocerles.
La receta siempre será secreta, aunque puedas conocer los ingredientes de lo cocinado.
Esa es la MAGIA del autor.