
Te cuento en esta publicación el proceso que me acompaña al escribir. La base esencial de mi escritura.
Lo primero: estar presente y el «desde dónde» me encuentro a la hora de escribir. Me gusta sentirme en armonía y alineada. Disfrutando, e incluso en una especie de trance. (Aunque luego el texto pueda llevarme a diversas sensaciones).
Segundo, permitir que la mano escriba suelta la reflexión que me ronda o la historia que demanda ser escrita.
Por último, calibrar lo escrito. ¿A qué me refiero con esto? Lo testeo varias veces, como un acto de kinesiología: apreciando los movimientos internos que me produce .
Hay palabras que graduo y afino al escribir cuando —por ejemplo— siento que están muy utilizadas de tal forma que se puedan tergiversar fácilmente; bien por el contexto o por el momento social. A veces, juego con un doble sentido que pueda incluso despistar al inconsciente o sonsacar una sonrisa.
Busco lo que me hace sentir el texto en su conjunto para transmitir el mensaje de forma coherente. Coherente en relación con mi «desde dónde». Esa es mi responsabilidad. Desde ahí escojo con mimo las palabras. Ese es mi proceso. No podría ser otro. Es honesto conmigo y con quien pueda llegar a leer mis textos.
No llevo a cabo este proceso porque crea que puedo molestar, agraviar, ayudar o motivar al que me lee (sé que eso no está en mi rango de acción); pero sí siento, que en todo lo que decimos queda impregnada una energía, vibración y frecuencia.
Escribir dando lo mejor desde donde me encuentro.
No escribo al tuntún, ni por publicar. Nunca lo hice. Hay un propósito en cada escrito que aspira ser compartido con otros.
Siempre lo ha habido, siempre lo hay. Ya sea que publique a diario, más escalonado o de ciento a viento.
Por supuesto, que la interpretación del que lee es ajena a mí. El poder está en él, no en lo que yo escriba, ni en el cómo. Pero que por lo menos, lo que yo transmita esté en sintonía con lo que quiero expresar en cada momento. Transmitir a través de mis textos inspiración, transformación y disfrute capaces de hacerte re-conectar con tu poderosa energía vital.
Esto no significa que yo espere que suceda nada, porque el destinatario tiene el máximo poder en la recepción. Y eso es lo perfecto. Aunque, no hay que perder de vista que todo está conectado.
Escribir para mí es pulir, y como dije antes: calibrar. Ni te imaginas la cantidad de veces que leo, releo y vuelvo a releer. Reviso internamente y me conecto con lo que me transmite el texto que escribo. Reescribo en un estado de equilibrio, conexión y foco, para Sentir si vibra con lo que estoy queriendo transmitir. Este proceso es como una profunda meditación activa.
Y no hablo de pulir el texto a nivel corrección. No. Es bastante probable que ahí cojee por todas partes (aunque también ponga atención, y no poca).
La base esencial de mi proceso de escritura, es mi «desde dónde» y la coherencia entre ese «desde dónde» y las palabras que utilizo. A veces, no cualquier palabra me vale. Sobre todo, según sea lo que quiero expresar. Y de nuevo, no tiene que ver esto con escribir bien, seguro que repito palabras, uso coletillas, muletillas y demás lindezas; puntúo desastrosamente y cometo mil errores. No va por ahí lo que estoy transmitiendo en este texto, aunque también sea algo esencial.
Escribir y publicar (no solo en formato libro) es una gran responsabilidad. No se trata de vomitar en cualquier medio. Ni de escribir por escribir.
Tampoco estoy diciendo con todo esto, que no se deban utilizar unas u otras palabras. Recuerda que no hablo de palabras, ni de sus conceptos racionales. Simplemente de que lo transmitido esté en coherencia y sintonía con la profundidad del discurso que el escritor quiere transmitir.
El poder de la palabra no es tal, la palabra es neutra. No hay ofensa en las letras que la forman, ni en su conjunto, sino en el «desde dónde» surgen. Lo mismo sucede en el «desde dónde» y cómo son acogidas e interpretadas.
A excepción de la escritura inspirada (que lleva otro proceso), mi escritura se cocina a fuego lento, con mimo y atención; con la mayor coherencia y delicadeza posible. Tejiendo melodías con los trazos. Conectando con la energía que me transmiten las palabras, sintonizando con lo que quiero expresar en cada momento.
Escogiendo profundamente lo que escribo se crean puentes conscientes e invisibles entre lo tangible y lo intangible. Es por eso que los textos conectan con X vibraciones, más que con tipos de personas. ¿Una patada a eso del lector ideal en toda regla? O quizá no, según se mire.
A veces, y voy a ponerme mística si me lo permites; cada texto o frase —porque no importa la extensión para que cale profundo— puede tener un mensaje álmico para el receptor. No hablo del mensaje que yo transmito, sino del que recibe el lector al expandirse con la lectura.
Es la expansión de Consciencia y transmitir la verdadera Esencia de la vida lo que me mueve a escribir lo que escribo; ya sean relatos, reflexiones, «poesía» o mi primera novela (que se encuentra esperando de nuevo su turno).
Ese es el «desde dónde», el propósito y mi responsabilidad como escritora.
Te invito a leer mis textos con calma y con apertura. Disfrutando y conectando con la profundidad del mensaje. Entrando en una especie de trance —si fuera el caso— que te permita conectar con estados mentales diferentes.