
No envidies. No ansíes lo que tienen o viven otros. ¿Te has planteado que quizá, desde donde te encuentras ahora, no serías «capaz» de transitar o sostener esos caminos?
Cada uno experimenta el camino que ha de transitar, con sus más y con sus menos. Observa si tiendes a fijarte en «los más» de los otros y en «los menos» tuyos. Déjame decirte que si es así, esa mirada no es equilibrada. Tampoco justa. Ni para ti, ni para el otro.
El camino escogido, porque en cierta manera lo escogemos —por lo general, inconscientemente— es el que más potencial puede ofrecerte. Tu caminar es desde el que más potencial puedes extraer y aportar.
Responsabilízate de tus acciones o no acciones. Observa(te). Conoce tus miedos, tus dolores, lo no resuelto (interno y profundo), hazlo consciente y ¡siente!, aunque no sea agradable. He dicho sentir, no regocigarse en historias. Sal de la mente. Siente y suelta. Reconoce tu poder, hazlo consciente también. Bucea profundo, naufraga en tu mar de fondo emocional. Haz el «trabajo incómodo» que te corresponde y que no suele tener muchos adeptos. Es necesario para poder sostenerte. Y, entonces, tírate al vacío.
A tu vacío. Un vacío que para otros puede ser la comodidad más suprema. Lo mismo que puede parecerte a ti el salto ajeno.
Cada uno su sendero. Cada uno tiene que acometer sus saltos. Sin saltos no hay transformación. Y puede que nuestros saltos parezcan los más duros, pero no te engañes, estarías en otros zapatos y sentirías lo mismo.
No envidies, no ansíes la vida de otros. Más bien hónrala y amplía tu visión. No solo en la vida de otros, también en la tuya propia.
Hazte consciente de lo que aguardan tus programas inconscientes para transformar y moldear tu experiencia en la vida. Desde la aceptación y gratitud más profunda a lo que ES en cada momento.
Eres mucho más de las historias que te estás contando desde tu mente de mono. (Sin ofender, es algo que utilizo en broma, y por supuesto también me incluyo. Mírame que mona:
)
Lo que ves en otros es apenas la punta del iceberg. De su iceberg.
Agradece tu existencia sea cual sea. Siempre habrá, a tu juicio, personas que experimenten una vida mejor o peor. Si estás en bucle observando las que calificas mejores, recuerda también observar las que consideras peores. Y ya que estás, párate a observar «tus mejores». También los tienes, y no son pocos. Si la mirada es honesta y sentida te ayudará a calmar tus quejas.
Revisa tus quejas, tus envidias y en cualquier caso, agradece más.
Y si te supera. Si tienes la sensación de que no puedes con todo solo o no sabes cómo hacerlo, busca o pide ayuda desde el poder que yace en ti (no desde la posición de víctima), y desde la humildad (bien entendida).
Para algunas personas, pedir ayuda puede llegar a ser un grandioso salto al vacío necesario para comenzar un camino de transformación.
No envidies, no ansíes la vida de otros. Ocúpate de ti. Trátate con amabilidad.
No mires fuera. Mira dentro. No busques fuera. Reconócete. Acógete con ternura. Cuida de ti. Sé amable contigo. Descúbrete desde la mirada que le ofreces a un bebé. Y desde ahí acomete los saltos necesarios para tu transformación.