[RELATO]
Todo quedó nítido en la última conversación que nos profesamos. Conversación que algo dentro de mí intuía sería la última, o de las últimas. Y si no era, como tal, un fin de nuestras conversaciones, lo que tenía claro es que sería un fin en el «desde dónde» se darían a partir de entonces.
Así fue.
Lo que le había movido a relacionarse conmigo no había sido la amistad, como en un principio me había imaginado. Había otros intereses de por medio.
No digo que no estuviera a gusto conversando conmigo, no digo que no le gustara relacionarse conmigo. Ni mucho menos que se forzara para conseguir un fin. No, no era nada de eso. Te aseguro que lo habría sentido.
Lo que digo, es que dentro de sí había otro interés más fuerte que el mero hecho de conocerme, había una expectativa mayor —ajena a mí— que se descubrió en nuestra última conversación.
Una expectativa que yo no podía cubrir. Aunque me hubiera gustado.