
Las cosas se dan cuando tienen que darse, no cuando tú quieres que se den, aunque a veces te lo parezca.
No eres tú quien decide cómo, ni cuándo se dan. No es a ti, a quién le compete eso. A ti te compete ser un canal, ir accionando (o no) tu parte conscientemente, libre de apego, sin expectativa de que, nada o todo, ocurra.
¿Sencillo? Mucho. ¿Fácil? A veces no tanto.
Ni el cuándo, ni tampoco el cómo, es competencia nuestra.
No estoy diciendo, con esto, que te sientes a esperar o a verlas venir. No, no. Ni mucho menos. El qué es una parte que te incumbe bastante, y sobre todo el desde dónde. Y ambas elecciones, pueden manifestar una diferencia notable en la experiencia.
Respira. Profundamente.
Recuerda quién ERES. Hazte uno con la Consciencia.
Confía. Y suelta.
Haz tu parte, y deja que la Consciencia/Amor se ocupe del resto. Ella/Él/Ello sabrá encaminarte hacia tu/El sendero.
Sendero que, a veces, coincidirá con las demandas de tu personaje, y otras muchas, no.
Y, a pesar de ello, todo lo que suceda será perfecto.
Tanto lo que el humanoide alcanza a comprender como lo que no, es perfecto.
Perfecto para un orden mayor. Seguramente, no siempre lo sea tanto para el personaje/persona que aparentamos ser. Y está bien, el «quid» está en no enredarse, en vivir la experiencia siendo un canal consciente, por el cual la Vida nos atraviese.
¿Te doy una buena noticia? ¿De esas que le gustan al personajillo que estamos hecho?
No hay forma de hacerlo mal.
Tu sendero es perfecto. Es perfecto tal y como ES.
TÚ eres perfecto tal y como ERES.
De hecho: ¡Eres lo más, Alma Libre!
Entre todos nos lo recordamos. Unas veces seré yo la que te lo recuerde, y otras serás tú quien lo haga.
¡GRACIAS por SER recuerdo!