[RELATO]
Decenas de mariposas revoloteaban en su estómago desde hacía años. Casi tantas, como historias de amor se habían quedado abiertas.
Había escuchado, que las mariposas no se irían hasta que las historias, de una u otra manera, quedaran resueltas. Ocasión que aprovecharían para volver a volar libres de nuevo.
Se preguntaba ella, ¿cuántas mariposas sería capaz de albergar su cuerpo? ¿Cuánta intensidad sería capaz de soportar su estómago?
Parecía, que había un límite que la vida humana no podía sobrepasar, y estaba directamente relacionado con la intensidad del aleteo de cada mariposa.
La intensidad del aleteo era marcada por cada historia de amor en particular.
Imaginaba que por el momento no debía de haberlo alcanzado, aunque pensaba que era tal la magnitud, que debía de estar rozando el límite.
Ante la llegada de nuevas historias inconclusas, y su imposibilidad de cerrarlas, sabía que —más pronto que tarde— la vida no alcanzaría a sostenerla.
Quizás era eso lo que insinuaba la expresión: «morir de amor».
De repente se preguntó si la historia de amor que culminaría el aleteo de las mariposas en el estómago sería hacia ella misma.
¿Y si lo fuera?
¿Y si amarme a mi misma fuera el fin de tanto aleteo ajeno a mi reflejado en mi interior?
Y con es sentir pensó que de un final había extraído un verdadero «principio».
«Vivir de amor»
Muy chulo, Silvia 😀 Gracias por tu compartir y ser parte del relatillo. Como suelo decir, las historias tienen infinitas interpretaciones. Esa es también la magia del lector. Y sin duda, los finales son comienzos y viceversa. Abrazo!