Desde que tengo recuerdo la naturaleza ha formado parte de mi existencia, de mi experiencia de vida. Siendo consciente de su lado más amable y también de la dureza del medio.
De alguna manera la siento como mi elemento. Y cuanta más sensación de soledad siento en ella, más conecta el personaje en todas sus aristas.
Mis sentidos se expanden. Me hago pájaro, me hago árbol. Siento en mí la descarga del rayo, el temblor del trueno. La virulencia del tornado.
Me transformo en hoja, rama, tronco y corteza. En río, piedra, mar y tierra.
Vuelo viento.
Soy fuego.
Experimento vacío.
Me mimetizo con el bosque, la hojarasca, los arbustos, el musgo. Con la seta venenosa y con la más amable.
Me dejo envolver por las fragancias. Siento la humedad o la sequedad en el cuerpo.
Me siento parte de los rayos de luz que entran sigilosos entre los árboles. Rayos que curiosamente, me iluminan y también me ciegan por momentos, dando así protagonismo a otros sentidos.
Mi padre decía que las personas que se habían criado en la naturaleza poseían los sentidos más desarrollados.
No sé si esto tendrá algún sentido para ti. A mí me resuena.
Sensibilidad extrema que puede transformarse en insensibilidad. También extrema. Supervivencia. Instinto.
Contemplación. Confianza en la Vida.
Mujer árbol. Mujer agua. Paseos de río, mar, océano, lago y lluvia. Baños de bosque.
Antagonismos. Humanidad. Dualidad. Contradicciones. Persona. Personaje de fuertes contrastes. SER. Alma. Todo y Nada.
Momentos de conexión. Conexión primitiva y salvaje.
