Me flipan las personas que leen siluetas, siluetas dispares, y que a través de ellas trazan —casi sin error— lo que hay más allá de la corteza.
Me flipan las personas que leen entre líneas, que van más allá de lo que muestra la superficie; porque aunque esta sea auténtica y verdadera, siempre será superficie.
Me flipan las personas que palpan lo profundo sin necesidad de tocarte —aunque de alguna manera lo hagan—, sin necesidad de escarbar. Con sutileza.
Me flipan las personas que observan y acarician.
Me flipa la delicadeza de las manos rudas, de la voz grave y cortada, de la palabra torpe y limitada, de la mirada que traspasa la piel y llega hasta las entrañas.
Me flipan las expresiones que asoman un doble sentido juguetón y travieso, no aptas para todas las escuchas. A veces, ni siquiera para las de los más sensitivos.
Me flipan las personas transparentes que esconden tesoros. Tesoros que el ego no es capaz de dilucidar, pero al que tienen completamente hechizado.
Me flipan las personas auténticas, con esa autenticidad que traspasa. Incluso aquellas que el ego no entiende en absoluto, pero que el SER sabe que SON.
Me flipa sorprender, y que me sorprendan. Desde los poros de la piel hasta lo más recóndito. En ambos sentidos. Reciprocidad.
Sorprender es fácil cuando conectas desde el SER. Esa conexión no se da con todos los seres, solo con unos elegidos, —y no los eliges tú— son ellos los que te eligen. Sin saberlo. Porque tampoco son ellos quienes eligen. Ahí reside la magia. En ese entramado que teje la Vida.
Sorprender no es fácil porque, como humanos, tenemos miles de aristas, contradicciones y opuestos. Hay que saber leer los detalles, ir más allá de la envoltura, y hacerse uno —ya sean dos, tres, siete o tendiendo a infinito—. No es algo que se piense o se elabore. Es algo natural que surge. Son sinergias que van más allá de yoes, egos, personalidades o personas.
Es la Vida viviéndose de nosotros.
Es la Vida jugando a un juego, que la mayoría de las veces, no logramos vislumbrar.
Es la Vida sorprendiéndonos a todos, si estamos dispuestos a observar como se precisa.