
Estamos tan absorbidos por la identidad del personaje que nos cuesta re-conectar con lo que verdaderamente SOMOS.
Cuando jugamos, cuando nos disfrazamos o cuando hacemos el tonto tomamos prestado el papel pero no nos identificamos con él. Podemos jugar sin enredarnos con el personaje que estamos interpretando. No nos creemos ese personaje momentáneo, ni para bien, ni para mal.
Sin embargo, en nuestros personajes habituales, esos que tenemos muy integrados como reales (Begoña en mi caso) nos es muy fácil olvidarnos de que tampoco somos eso y de que estamos recreando un papel.
Nos enredarnos en él con facilidad y nos tomamos tan en serio esa identificación que en muchas situaciones puede llevarnos al sufrimiento.
Imagino que sabes de lo que estoy hablando y que lo habrás experimentado.
Te propongo que sueltes o que, por el momento, aligeres un poco la identificación con tu persona. Imagínate que también es un personaje prestado. Permítete jugar con esa idea.
Suelta la razón de tu persona. Observa un poquito más allá de ella, desindentifícate de la interpretación que haces de todo y verás cómo ese sufrimiento puede transformarse también.
Si sufres por esa identificación te propongo ir soltándola y… re-conectar con la alegría de vivir.